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La Farma Vecinal o cómo unirse en busca de una cesión en el gran complejo de la Farmacia Militar de Embajadores

La manzana ocupada por el antiguo complejo de la Farmacia Militar en Embajadores, actualmente sin uso

Luis de la Cruz

Madrid —

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A alguien poco conocedor de la historia de Madrid le resultará chocante comprobar la cantidad de calles con caserío moderno que se elevan al sur de la glorieta de Embajadores, en el corazón de lo que en nuestra concepción actual de la ciudad es el centro. Algunas viejas construcciones de factura fabril le darán la pista de los porqués de la morfología de una zona que en su momento tuvo un cariz eminentemente industrial.

Algunas joyas con chimenea industrial perviven aún en sus calles, como el complejo histórico de la Antigua Farmacia Militar de Embajadores, que ocupa una gran manzana entre las calles de Embajadores, Palos de la Frontera, Bernardino Obregón y Sebastián Herrera. Las copas incontroladas de los árboles y el óxido de sus elementos metálicos asoman por la valla, dando noticia de un abandono que aún no ha hecho mella en el porte de las fachadas.

El complejo espera cumplir cien años en 2028 con las puertas cerradas a cal y canto. Los nueve edificios fueron cedidos en 2015 al Ministerio de Cultura después de que el Museo de Farmacia Militar se trasladara desde la calle de Embajadores hasta una base militar de Colmenar Viejo. Ahora es propiedad del INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música), que deberá buscarle una utilidad, pero hay un grupo de vecinos y colectivos que han decidido que también quieren pasar al otro lado de los muros que cercan los edificios.

La Farmacia Vecinal (o, simplemente Farma Vecinal) es una plataforma ciudadana formada por una treintena larga de colectivos que busca conseguir la cesión de parte del espacio para organizar un vecinal sin ánimo de lucro donde ofrecer atividades autogestionadas de carácter artístico, ecológico y social. Para visibilizar su empeño, llevan varias semanas organizando reuniones abiertas y actos públicos que buscan involucrar a los vecinos del entorno de Embajadores.

La semilla del proyecto cabe buscarle en el exilio de otra gran aventura colectica: la de EVA-Espacio Vecinal Arganzuela, que se desarrolló en el Mercado Central de Frutas y Verduras en la plaza de Legazpi hasta que el Ayuntamiento de Martínez Almeida decidió en 2021 no renovar la cesión del espacio del que disfrutaban.

Cuando acabó la aventura de EVA, quedó una constelación de colectivos huérfanos de espacios, que a pesar de todo siguen funcionando en red. Algunos de los participantes en la experiencia, con los sentidos bien abiertos, repararon en el gran complejo de la Farmacia Militar. Aquello coincidió en el tiempo con que a un profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid se le ocurriera mandar un trabajo de grupo a sus alumnos que tenía por objeto, precisamente, el posible uso del complejo.

“Los chavales que se pusieron a hacer ese trabajo en la parte de uso social y vecinal contactaron con Eva y con otros colectivos para recopilar información”, explican desde el colectivo implicado en el nuevo proyecto vecinal. Esto ayudó a que se pusieran las pilas y se convocaran las primeras reuniones para buscar adhesiones de vecinos y colectivos vecinales, hace ya un par de años.

Así echó a rodar la idea de formar una plataforma amplia que sirviera para solicitar la cesión de un espacio en el complejo a través de un proceso amplio y horizontal. “Hicimos varios grupos de trabajo para crear un primer dossier, que es un principio de proyecto para presentar a la administración”. Este documento pudieron entregárselo al Ministerio de Cultura gracias a las negociaciones mantenidas por los colectivos de Tabacalera, a las que han sido invitadas.

La relación con Tabacalera es estrecha, según explican, apoyan el proceso de negociación de vuelta al espacio en curso y cuentan entre lo colectivos involucrados en la Farma Vecinal no pocos que han estado y siguen estando en Tabacalera.

“Un aspecto importante para desarrollar el dossier fue consultar a las vecinas, hicimos un diagnóstico vecinal haciendo una encuesta en la que colaboró un antropólogo para validar la encuesta. Encuestamos a casi 500 personas, 400 y pico en persona en la calle, también online, un poco para ver qué es lo que creían las vecinas que podrían necesitar en nuestro distrito, entendido como Arganzuela y Centro, un área amplia”, explican.

Durante el proceso colectivo descubrieron que el complejo es un bien demanial y por definición su uso debería ser público. Les mueve el concepto de derecho a la ciudad, habitual en el discurso de los movimientos sociales, pero lo amplían al derecho de los vecinos a participar del patrimonio, en este caso de un conjunto industrial de un siglo de antigüedad.

Desde la Farma Vecinal explican que saben que hay algunos edificios que están en mejores condiciones que otros. Algunos espacios se utilizaron hasta hace solo dos años y aún hoy el INAEM utiliza algún bajo como almacén. Saben que desde el Ministerio están tanteando posibles usos pero creen que si algo tiene la manzana es espacio para repartir. Además, cualquier proyecto tendrá años por delante de definición y reformas, mientras que ellos piden una cesión inmediata que evite que el espacio permanezca inutilizado. Aparte del agua y la luz, todo puede correr de parte de la autogestión. Antes, por supuesto, concurrirían al concurso público de rigor con el respaldo del trabajo acumulado en el proyecto durante años y decenas de colectivos.

Mientras consiguen el ansiado territorio, ocupan el suelo de otros proyectos hermanos del entorno cercano. “Tenemos la suerte de que se nos han juntado aquí cerca tres centros culturales, La maliciosa, Espacio Afro y La Parcería, que ponen a disposición el espacio para reuniones, asambleas, actividades…”, cuentan desde la portavocía del proyecto.

El proyecto de la Farmacia vecinal es un proyecto amplio que ha venido cociéndose lentamente, sin que el humo del puchero haya llamado mucho la atención mediática de momento, a pesar de la cantidad de personas involucradas. Van despacio porque van lejos, se podría decir atendiendo a al viejo adagio quincemayista y a lo ambicioso de la empresa. Ahora, quieren afrontar ya la fase de interlocución directa con la administración para tratar de hacer realidad el sueño del patrimonio industrial como comunal urbano en el barrio de Arganzuela.

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