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Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es ¡Silencio! (Debate, 2024). Además, ha publicado Cabo Norte (Menguantes, 2020), Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012). Habita en la linde occidental del barrio.

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El extraño caso de la ciudad de moda en la que los restaurantes no pueden subsistir

Se traspasa

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Se llama zona muerta a un área marítima que ha perdido el oxígeno necesario para acoger vida. Esto ocurre por un proceso químico producido a partir del incremento de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, que genera un rápido aumento de la densidad de algunos tipos de algas, lo que acaba provocando un desequilibrio que mata o expulsa a otros organismos y peces. Según algunos estudios, desde 1950 las zonas muertas se han multiplicado por cuatro en mar abierto y por diez en las zonas costeras y, sí, nuestra especie es en parte responsable de este fenómeno; sobre todo por la llegada al mar de los fertilizantes empleados en la industria agrícola.

A veces pienso en zonas muertas cuando paseo por la ciudad, por la mía y por muchas otras. Me pasa especialmente en áreas que han sido regadas con otro tipo de fertilizantes, los que nutren el relato de la urbe global de éxito. Como digo, el fenómeno es visible en muchas, pero voy a poner a Madrid como ejemplo. 

La capital está de moda en todo el mundo, esto hay que reconocérselo a quienes lo celebran. Que haya llegado a suceder es una mezcla de varios factores, algunos los cuales desconozco. Pero hay otros que sí sé y uno es el empeño de las administraciones públicas, de todas, para que así ocurra.

Tanto el gobierno central como el regional y el local tienen el aumento del turismo y la atracción de inversiones como objetivos principales de sus planes estratégicos. Para ello, hacen de todo, desde expandir como si del propio universo se tratara el aeropuerto de Madrid-Barajas-etc. hasta patrocinar cualquier tipo de evento y circunstancia que prometa ser sexy para los visitantes. Una parte importante de todas estas políticas públicas es el desarrollo del sector servicios, especialmente del ocio y muy especialmente de los bares y restaurantes.

Si le preguntas a cualquiera que le guste comer y beber te dirá que Madrid está a tope de lugares para hacerlo y que muchos de ellos están asimismo llenos a pesar de que los precios han subido una barbaridad, no tanto por la inflación —que ya no puede ser excusa— sino adaptaron sus tarifas a todos estos turistas y expats que consideran esta ciudad como una de las más estupendas de Europa. 

Los datos, sin embargo, no dicen lo mismo. Según el INE, la Comunidad vio en 2023 cómo el número de locales de hostelería caía un 6,8%, más del doble del porcentaje nacional. Eso son 2.165 negocios menos, casi seis al día. Los resultados de 2024 no han aparecido aún y aunque las previsiones hablaban de crecimiento, previsiones son. 

Más allá de las cifras están los paseos y conversaciones que se dan por la ciudad, y con esto voy a lo de las zonas muertas. Durante el otoño y el invierno, caminar entre semana y por la noche por barrios presuntamente de moda como Malasaña y Justicia era contemplar un paisaje urbano al que le faltaba algo: gente. Salvo algunas calles o locales específicos, detrás de los cristales de muchos negocios el vacío ha sido lo más visible. 

El mejor ejemplo está en una de las plazas más bonitas de Madrid en uno de los barrios más históricos y, por tanto, atractivos de la ciudad. Hablo de la Plaza de la Paja en el Madrid de los Austrias. En este lugar, que durante décadas ha atraído día y noche a madrileños y visitantes para comer, beber y lo que surja, han ido cerrando y/o han sido traspasados casi todos los negocios de hostelería desde hace año y medio. Algunos siguen abiertos con el mismo nombre y otros dueños, otros han cambiado de denominación y los hay que permanecen vacíos. Las condiciones de cada cierre son muy distintas y muchos de ellos no tienen nada que ver con subidas de alquiler sino con algo más sencillo: la afluencia de clientes no da para mantener el negocio. 

¿Por qué una zona tan icónica del Madrid que atrae a gente de todo el mundo se vacía de repente? Las causas son diversas y complejas. Por supuesto, los barrios de ocio de moda cambian y los negocios tienen que ir adaptándose. También hay quien se queja de excesiva presión policial y exigencia normativa que, dicen, no se ve en otras zonas. 

Mi sensación es que esta realidad puede ser un síntoma de que el modelo que se está potenciando hace aguas. Se supone que el turismo trae prosperidad y que es una industria especialmente rentable para quienes dan de comer y beber. Se supone, también, que la compra de pisos por inversores extranjeros permite subir precios y llenar a diario cobrando el doble. Pero la realidad es que esos compradores no están a diario por aquí —si es que están alguna vez— y que no a todos los turistas les da para comer y cenar fuera cada jornada de su viaje, que bastante caros pagan los billetes, el alojamiento y otras atracciones de una ciudad que está empezando a dejar de ser tan competitiva como era. 

Lo cierto, sobre todo, es que uno de los grandes atractivos por los que la gente quiere venir a Madrid es por la fama que tiene de ser una ciudad llena de vida en sus calles y en sus barrios. Pero si los vecinos se quedan sin oxígeno por la presión del modelo, se acaban yendo y la vida —y los negocios—, extinguiendo. Como en las zonas muertas.

Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es ¡Silencio! (Debate, 2024). Además, ha publicado Cabo Norte (Menguantes, 2020), Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012). Habita en la linde occidental del barrio.

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