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Un informe alerta de metales en el agua “por encima de umbrales recomendados” en la zona de la futura piscifactoría de Lemoiz

Dique de la cala de Basordas, junto a la central de Lemoiz.

Belén Ferreras

Bilbao —

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Un informe del centro de investigación marina y alimentaria Azti encuentra contaminación por metales “por encima de umbrales recomendados” en aguas de la zona de Lemoiz en la que podría instalarse la futura piscifactoría con la que se pretende dar salida industrial a estos terrenos ocupados por la fallida central nuclear. En concreto, el informe encuentra sustancias potencialmente perjudiciales para el desarrollo de los peces de los futuros cultivos acuícolas y recomienda tratamientos previos del agua, cuya “implementación requerirá de una inversión inicial elevada, así como de un mantenimiento y manejo laboriosos”. Esto supone que encarecería el proyecto, que de momento no ha experimentado avances desde que se anunció en 2017 y se desconoce si cuenta en estos momentos con potenciales inversores interesados.

Estas sustancias contaminantes se encuentran en aguas y sedimento del embalse de Urbieta, próximo a la central nuclear que nunca entró en funcionamiento, pero que sí se vio afectado medioambientalmente por el antiguo vertedero de Jata, muy próximo a la zona. El informe señala que “parámetros como oxígeno, cloruros, cianuro, combinación de manganeso con hierro, amonio y nitratos, así como el hidrógeno de sulfuro, se encuentran por encima de los umbrales recomendados”. En este sentido, señala que el manganeso, el hierro, el aluminio y el zinc “son metales que podrían generar problemas en los peces (branquias), mayormente en estadios como viveros y juveniles, produciendo malformaciones en tiempos de cosecha. Lo mismo ocurre con el hidrógeno de sulfuro, un problema muy extendido en la industria”, señala.

Para minimizar los posibles efectos adversos de estos compuestos recomiendan “tratamientos como la oxigenación, la biofiltración, la aireación, la osmosis inversa y el ozono”. Tal y como señala Azti, se trata de tratamientos comunes en la industria de tratamiento de aguas, así como en la acuicultura en general y en los RAS en particular, -Sistemas de Acuicultura de Recirculación, que permiten la reutilización del agua después de ser tratada-.  Pero reconoce que “su implementación requerirá de una inversión inicial elevada, así como de un mantenimiento y manejo laboriosos”.

Además, puntualiza que en los sistemas RAS, “la monitorización de los parámetros de las aguas de manera continua es habitual, con la instalación de alarmas en puntos críticos del sistema”. No obstante, “metales como el manganeso y el hierro no suelen ser cuantificados y en este caso sería recomendable. El control del pH para el equilibrio de los metales, una buena aireación del agua para el mantenimiento de varios parámetros importantes como son el CO₂ y el H₂O así como la monitorización y sistemas de control serán cruciales para una producción exitosa” en lo que se refiere al uso de las aguas del embalse de Urbieta. 

En cuanto a las aguas del litoral, ni los parámetros fisicoquímicos, ni contaminantes de aguas o metales pesados supondrían un problema para su uso con fines acuícolas, dice Azti en su informe, “siempre y cuando, antes de entrar en el sistema de cultivo y ponerse en contacto con los peces, fuese monitorizada, tratada y desinfectada”. “La calidad del agua en la acuicultura es un factor importante a supervisar y su monitorización permite asegurar el óptimo rendimiento del sistema, así como su sostenibilidad. El tratamiento del agua ayuda a eliminar los contaminantes y las sustancias peligrosas. La desinfección del agua por su parte es fundamental para prevenir la introducción y propagación de enfermedades infecciosas. Una fuente de agua libre de patógenos es esencial para el éxito en la acuicultura”.

Pese a estas advertencias, el informe elaborado por Azti para el Gobierno vasco señala que “no hay normas de calidad generalizadas para su uso en acuicultura”, debido a la que la “tolerancia/resistencia a sustancias químicas varían en función de la fase de vida y de la especie a cultivar”. “Esto ha dificultado establecer el grado de afección que podría tener el agua del embalse de Urbieta en la producción de especies de cultivo en Lemoiz”, puntualiza Azti, que indica que se han utilizado normas de calidad disponibles en otros ámbitos (medioambiente, consumo y criterios de acuicultura) que podrían utilizarse como recomendaciones para facilitar su interpretación desde un punto de vista de potencial uso para acuicultura.

Por otra parte, señala que los límites de cuantificación (LC), -la concentración más baja de una sustancia que puede ser determinada de manera precisa-, de algunas sustancias, como es el caso de la plata, el hidrógeno de sulfuro y el cianuro, son mayores que la norma de calidad, “lo que indica que, aunque la sustancia se haya detectado por debajo del límite de cuantificación, se desconoce si ésta produce algún efecto adverso en la especie a cultivar. De cara al futuro, para reducir esta incertidumbre, se podría aplicar una batería de bioensayos para determinar la toxicidad de las aguas en organismos acuáticos”, recomienda.

El informe de Azti está fechado en 2023, pero poco se ha avanzado respecto a este proyecto que lleva sin materializarse desde 2017. Lo único que se sabe de momento, a través del Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad del Gobierno vasco, es que el proyecto carece de fechas concretas para su puesta en marcha, que no está definido y que los trámites necesarios para el acondicionamiento de la zona están enmarañados en disputas institucionales. De entrada, el Ayuntamiento de Lemoiz, gobernado por EH Bildu, se niega a conceder las licencias municipales necesarias para llevar a cabo obras sin conocer el detalle del proyecto que se va a implantar en Cala Basordas. Un detalle que el Gobierno vasco no puede dar porque no lo tiene.

Precisamente, desde este consistorio vizcaíno pedían hace unas semanas que se abra un “proceso participativo” para decidir cuál es destino que deben tener los terrenos que ocupa la fallida central nuclear. El consistorio considera que “la construcción de la central nuclear de Lemoiz ha sido un hito en la historia del País Vasco. Por lo tanto, antes de decidir su futuro es imprescindible recabar la opinión de diferentes personas, asociaciones, instituciones y agentes sociales. Por ello, es necesario poner en marcha un proceso participativo deliberativo sobre este tema”.

El PNV arrancó al Gobierno central que presidía Mariano Rajoy la cesión al Gobierno vasco de los terrenos en los que se asienta la fallida central de Lemoiz -nunca llegó a funcionar como tal- en la negociación presupuestaria de 2017. Ya en ese momento se empezó a hablar del proyecto de la piscifactoría. Sin embargo, la moción de censura contra Rajoy y el cambio del Gobierno demoró hasta 2019 que el Gobierno de Sánchez asumiera como propio ese compromiso y se formalizara la cesión. Un año antes Iberdrola había renunciado a la concesión de los terrenos sobre los que se levanta la central nuclear de su propiedad y el Ministerio de Medio Ambiente había levantado ese mismo año la protección costera sobre esa zona, un paso necesario para poder utilizar estos terrenos y llevar a cabo el proyecto ideado por el centro tecnológico Azti, dependiente del Gobierno vasco. Fue en 2021 –después de la negociación presupuestaria del PNV y el PSOE– cuando los Presupuestos Generales del Estado recogieron la transferencia a Euskadi de los terrenos ocupados por la central nuclear. En 2022 se adscribieron esos terrenos a Sprilur para destinarlos a poner en marcha un polo de investigación y producción acuícola, pero el proyecto sigue sumando obstáculos y no acaba de concretarse.

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