Cómo Europa contará su connivencia con el genocidio palestino

El Museo de Historia Alemana de Berlín ha tenido la ocurrencia de inaugurar una exposición, bajo el nombre de Exponer la violencia, sobre cómo Europa contó el Holocausto judío después de la Segunda Guerra Mundial. Se conoce que no había otro momento para organizar esa muestra que ahora, cuando el genocidio que Israel perpetra en Gaza alcanza ya los 55.000 muertos, por no hablar de mutilados y destrucción territorial. Alemania, el país de nuestro entorno más tibio en su respuesta a Israel, por no decir cómplice, se vuelve a colocar otra vez en el lado equivocado de la Historia. Su sentimiento de culpa, justificado solo hasta cierto punto, ya no sirve de pretexto para que, ochenta años después, su gobierno se identifique nuevamente con el exterminio.

¿Cómo se contarán en el futuro a sí mismos los alemanes la connivencia de su gobierno con este nuevo genocidio? ¿Organizarán otra exposición en su capital? Esas preguntas son extensibles, sin lugar a dudas, al resto de países europeos, con España encabezando la facción de los más hipócritas. No va a ser fácil que Europa, y con ella España, arme un discurso convincente sobre su complicidad, entre otros motivos porque el genocidio ya se ha cobrado la vida de 225 reporteros. Nuestro gobierno, en la línea más puramente sanchista, emite contundentes declaraciones que jamás pasan de gestos ligeramente simbólicos, pero que nunca se concretan en medidas reales, excepto cuando los medios y la sociedad civil revelan sus flagrantes mentiras.

Así, mientras el PSOE vota con una mano en el Congreso el embargo de armas a Israel, con la otra le intenta comprar armamento, y solo recula cuando le pillan, como si los negocios con un Estado genocida fuera una travesura, una cuestión de simples “desajustes”, según otra de esas perlas del inefable Grande-Marlaska. En la práctica, nuestro país ni siquiera ha sido capaz de retirarse de un concurso televisivo, como el de Eurovisión, y se ha limitado a quejarse por la presencia en él de Israel. A los genocidas les ha afectado tanto ese firme posicionamiento que mientras se celebraba el concurso aprovechaban para lanzar unos cuantos bombardeos más contra la población civil de Gaza. Eso por no hablar de que la próxima temporada deportiva volveremos a ver a los equipos israelíes disputando partidos en las competiciones europeas. Seguro que nuestro gobierno redacta otro durísimo comunicado.

No sabemos bien para qué hemos aumentado el gasto defensivo si, desde luego, no repercute ni lo más mínimo en la defensa del pueblo palestino, aunque sí en la del ucraniano

La pasividad de Europa, que ve cómo incluso los sionistas asaltan las flotillas humanitarias en aguas internacionales, llega a tal sangrante extremo que ni siquiera ha ejecutado ninguna de estas doce sencillas medidas contra Israel que aquí señala Olga Rodríguez. La inacción es tan cruel que ningún país europeo ha retirado siquiera sus embajadas de Israel. En el caso España, como también señala Olga Rodríguez, incluso entrenamos a nuestros ociosos soldados en maniobras conjuntas en las que participa el ejército genocida, que seguro tiene mucho que enseñarnos.

Entre tanto, nuestro gobierno no deja de humillarse un mes tras otro para plegarse a las exigencias del imperio decadente de Estados Unidos, y Sánchez tensa la retórica para convencernos de que el aumento en gasto militar no es un aumento en gasto militar. No sabemos bien para qué hemos aumentado el gasto defensivo si, desde luego, no repercute ni lo más mínimo en la defensa del pueblo palestino, aunque sí en la del ucraniano. También tengo mucha curiosidad por ver el relato con el que en el futuro los gobiernos europeos justificarán este racismo tan selectivo. Lo que sí sé es que Europa siempre se puede contar a sí misma, en exposiciones como esa de Berlín, que ignoraba lo que realmente sucedía en los campos de exterminio nazi.

Hoy, cuando basta abrir Instagram para presenciar este genocidio, Europa tendrá que agudizar mucho el ingenio para contarle a nuestros hijos que, sin embargo, su prioridad era menear las caderas como divas valientes.