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Jóvenes e infecciones de transmisión sexual, cómo frenar un problema que va en aumento

Adolescente triste en la cama

Mercè Palau

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) suponen un grave problema de salud pública en todo el mundo, tanto por su magnitud como por sus complicaciones y secuelas si no se hace un diagnóstico y tratamiento precoces. Se trata de infecciones que se pasan de una persona a otra a través de las relaciones sexuales ya sean vaginales, orales o anales, o al compartir juguetes sexuales. Detrás de ellas puede haber múltiples microorganismos como bacterias, virus, hongos o parásitos. 

De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de un millón de personas contraen cada día una infección de transmisión sexual, sobre todo gonorrea, sífilis, tricomoniasis o clamidiasis, e infecciones causadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV) o virus del papiloma humano (HPV), entre otros.

Lejos de aprender de los problemas pasados, desde hace unos años las ITS están experimentando un aumento progresivo, sobre todo entre la población joven, un grupo especialmente vulnerable –aunque cualquiera puede contraer una. Según el último boletín epidemiológico de vigilancia de ITS en España de 2023, las cifras mayores de infección gonocócica y clamidia se dan en el grupo de edad de 20 a 24 años.

Como apunta también el Doctor Alfonso Cabello, jefe asociado del Servicio de Medicina Interna y especialista de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, “la población juvenil experimenta un aumento alarmante de infecciones de transmisión sexual, con cifras que se han multiplicado hasta cinco veces en ciertos grupos en tan solo siete años”.

Causas de las ITS: desinformación e inconsciencia 

Detrás de este aumento se esconden varias causas. Una de ellas estaría relacionada con un inicio de las relaciones sexuales cada vez más pronto —la edad media de la primera relación sexual se situaría en torno a los 16 años—, pero la educación en sexualidad no ha ido al mismo ritmo. El aumento también se explica por un aumento del número de parejas sexuales y una disminución de métodos de barrera. Por tanto, es importante crear intervenciones de educación sexual para que los jóvenes tengan acceso a información veraz.

Pero, para Cabello, aunque los jóvenes tienen acceso a una cantidad importante de información, “esta no siempre está contrastada o es fiable” y esto genera un entorno de desinformación que impide que se lleven a cabo conductas responsables.

A todo ello se le suma otro gran problema que también explicaría el repunte de las ITS: la menor percepción de riesgo de muchas de estas infecciones, unido a una mayor sensación de seguridad. La OMS advierte que se ha producido una disminución en el uso del preservativo entre los adolescentes a partir de los 15 años en todo el mundo, pese a que es el método-barrera más eficaz para prevenir la transmisión de las ITS, la infección por el VIH y de embarazos no deseados; sin embargo, no se usa lo suficiente. Lo corroboran también los datos del Informe Juventud en España 2020, según el cual  un 37% de los jóvenes afirma que no lo ha usado en alguna ocasión en el último año.

Educación sexual y acompañamiento a jóvenes

El sexo es parte de la vida de muchos adolescentes y jóvenes. Lo indican los datos, que reflejan además que esto es así cada vez más pronto. La prevención de las ITS, mediante educación sobre sexo y relaciones saludables, control y prevención de enfermedades, debería ser también parte de la atención educativa y médica para ellos. Una atención adecuada a edades tempranas es sinónimo de unos hábitos de prevención adecuados y saludables a lo largo de la vida. 

Dentro de esta labor educativa para frenar el impacto de estas infecciones entre los más jóvenes juega un papel decisivo la creación de entornos de confianza en la consulta médica para que los jóvenes se sientan seguros. En este sentido, y tal y como afirma Aurora Herráiz, directora de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de la Fundación Jiménez Díaz, es clave crear “espacios de diálogo y colaboración entre la sociedad y los profesionales para abordar un problema creciente entre los jóvenes”. 

Para la Doctora Ana Belén Jiménez, especialista del Servicio de Pediatría y de la Unidad de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Jiménez Díaz, es clave la creación de un entorno de confianza en la consulta médica sobre todo cuando se atiende a jóvenes porque solo cuando se siente seguros muestran “el motivo real de consulta”.

Los profesores y las familias también desempeñan un papel clave en todo este proceso de creación de un espacio seguro en el que los jóvenes puedan encontrar un lugar donde tengan “información fiable y adecuada, y donde se les vas a tratar con confidencialidad y sin juicios”, afirma la Doctora Jiménez. Porque, muchas veces, el estigma que rodea a las ITS frena a estos jóvenes a explicar qué es lo que les sucede.

La formación, que pasa por dar a conocer todo aquello que tiene un papel crucial en la prevención de las ITS, contempla también entender cómo la vacunación ha cambiado el paradigma de la prevención de ITS como el virus del papiloma humano (VPH). Para La Doctora Helena Moza, especialista del Servicio de Medicina Preventiva de la Fundación Jiménez Díaz, un buen ejemplo de ellos es la vacuna contra el VPH, “que no solo previene la infección sino también enfermedades oncológicas con un impacto significativo en la vida de las personas”. De ahí que deba considerarse una herramienta clave de los programas de salud pública y educación sexual. 

Apoyo psicológico para vencer el estigma social

También la parte psicológica cobra especial importancia en todo este engranaje en la atención a las enfermedades de transmisión sexual entre los más jóvenes. Porque muchos de estos adolescentes “atraviesan un proceso emocional complejo que empieza desde la relación sexual sin protección, pasa por la aparición de los primeros síntomas y sigue con la confirmación del diagnóstico y sus implicaciones”, explica Marta Ruiz Hernández, enfermera especialista del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos. 

Un proceso en el que suele aparecer culpa, vergüenza, preocupación e incluso miedo y, en consecuencia, problemas psicológicos como ansiedad, depresión o aislamiento social. Para Ruiz Hernández, “la vergüenza que rodea este tema y las ideas preconcebidas provoca que los jóvenes retrasen la búsqueda de ayuda, lo que también dificulta su acceso a información preventiva de calidad”.

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