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Un Sónar ensombrecido por su pertenencia a KKR salva su edición más amarga gracias a la magia de Maria Arnal y la fuerza de Nathy Peluso

Nathy Peluso durante su actuación en la noche del sábado en Sónar.
15 de junio de 2025 04:00 h

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El fondo pro-israelí KKR, dueño del Sónar, fue el elefante en la habitación del festival en 2025. Apenas nadie quiso hablar de ello durante los tres días de la edición, si bien es cierto que la organización animó a quién lo quisiera a pronunciarse contra el genocidio palestino en la zona. Incluso organizó y puso a disposición del público el debate abierto El papel de la cultura en el contexto global cultural, un foro en el SonarÀgora con siete ponentes que trató de reflexionar sobre las consecuencias de que un fondo que financia proyectos inmorales en todo el mundo compre un festival de música electrónica.

Pero lo cierto es que al debate solo acudieron medio centenar de personas –no pocos de ellas periodistas– de las inscritas en la sección Sonar+D, que fueron varios miles. De hecho, las cifras de asistencia no permiten detectar ningún tipo de boicot por parte del público: 161.000 asistentes, siendo el Sonar Noche el que ha vuelto a liderar con 66.500 asistentes. Por su parte, Sónar Día ha sumado 52.500 personas y el OFFSónar, junto al resto de las actividades de Sónar Week en los diferentes espacios de la ciudad, ha ascendido hasta 42.000. Un reparto muy similar al que se anunció el año pasado, con una ligera subida en torno a los 7.000 asistentes.

Tampoco entre los artistas los posicionamientos fueron mayoritarios, a pesar de que no eran pocos los artistas de origen árabe en el programa. Aunque hubo casos significativos, como el de la escocesa de origen marroquí Sarra Wild. La de Glasgow proyectó en la pantalla detrás del escenario una especie de power point en el que explicó por qué ha participado en Sónar: para ella, boicotear un festival es boicotear a sus trabajadores, a la clase obrera, por mucho que KKR sea un fondo que financia directa o indirectamente genocidios como el de Gaza, Congo o Sudán.

Otros comprometidos artistas con Palestina en la primera jornada fueron el productor catalán Alizzz y la DJ portuguesa NOIA, con proclamas, camisetas y proyecciones. En la segunda, fue destacable el compromiso de Maria Arnal, exhibiendo banderas por la libertad de Palestina, y también el de los brasileños Teto Preto, ataviados con camisetas con el mismo mensaje. También entre el público se vieron más banderas y camisetas.

En la última jornada, apenas la española Mushkaa se solidarizó con Palestina, tal como lo mostró en una proyección en el escenario, pero dejó claro que el problema no está en Sónar sino en que fondos como KKR se apropien a fuerza de dinero de las culturas locales. Con ella, que empezó su actuación a las cuatro de la tarde, abriendo el Sónar Día, terminaron las demostraciones de apoyo a la causa de Gaza para el resto del festival.

De menos a más y con Chano Dóminguez y Alizzz

En lo musical, esta edición del Sónar ha ido de menos a más, con un inicio titubeante y monótono el jueves 12, plagado de techno y pocas propuestas distintas y refrescantes. Destacar, por supuesto, el concierto de Chano Domínguez y el productor Bronquio, acompañados por el guitarrista David Leiva, Irene Ribas al cante, Pol García a la trompeta y Joaquín de la Cruz a la batería y la percusión, todos ellos músicos del Taller de Músics de Barcelona.

Chano, armado con un keytar y dejando el Yamaha aparte, revisitó sobre samples algunos de los grandes temas de Paco de Lucía en el proyecto llamado Calle Barcelona. Fue un pase corto en exceso que apenas dio para repasar piezas clásicas de Paco como Monasterio de Sal, Río Ancho o Yo solo quiero caminar. El ensamble entre electrónica, jazz y flamenco fue notable y el público lo agradeció con aplausos, igual que hubiera agradecido 20 minutos más de concierto.

Otra actuación triunfadora fue la de Alizzz, productor de entre otros C-Tangana, Rosalía, Amaia o Maria Arnal. Al Sónar vino a cantar con una formación de pop-rock con guitarra, batería, bajo y teclados. Tras hacer bailar al público con una música llena de actitud y ritmo, se posicionó en catalán por Palestina y contra el fondo KKR. También fueron una grata sorpresa las sesiones de Sarra Wild y NOIA, jugueteando con el techno, el jungle y el hardcore pero evitando las andanadas de beats machacones que se prolongaron en las tardes del jueves y el viernes más allá de lo necesario.

La magia de Maria Arnal

La segunda jornada fue la del ir a más, con más propuestas alejadas de los ritmos duros y repetitivos de la pista central del SónarVillage. Destacó el matrimonio temporal formado por el cantaor El Niño de Elche y el productor Raül Refree estrenando su espectaculo Cru+es, llevando el flamenco al extremo opuesto del Calle Barcelona de Chano y Bronquio. En este caso, la exuberancia es sustituida por un minimalismo sonoro y visual que resultaba sobrecogedor.

Jugando con una niebla púrpura que escondía a los dos músicos, solo podía oírse la voz áspera y soberbia de El Niño, casi recitando con su peculiar sentimiento sobre las bases de Refree, que ya produjo en su día el aclamado Los ángeles, disco flamenco de debut de Rosalía. Aromas del Omega de Morente en la propuesta electrónica, pero también del post-rock experimental alemán de bandas como Neu! o Einstürzende Neubauten. Al final, una cierta sensación de que faltó algo de contexto y rodaje a la propuesta, que sin duda es prometedora.

Otra propuestaa enriquecedora, para quien acudiera a Sónar a algo más que bailar, fue la de Alva Noto & Fennesz, dos músicos del ámbito germánico que presentaron Continuum, su particular y fascinante homenaje al fallecido e icónico Ryuchi Sakamoto. Se trató de una hora de experimentación sonora continua, mientras la pantalla del fondo de escenario emitía imágenes hipnóticas, que arrancó las ovaciones del público que abarrotaba la sala SonarHAll.

En la misma sala una hora más tarde, se produjo el milagro de la noche con la presentación de Ama, el nuevo espectáculo de Maria Arnal. La de Badalona utilizó la experimentación sonora y coreográfica que ya mostró en la banda sonora de la multipremiada cinta Polvo serán para mostrar una fascinante propuesta que enamoro a la totalidad de los espectadores.

Fue una fusión memorable entre electrónica, danza, efectos visuales, folclore y experimentación vocal, la actuación más destacada de la jornada y seguramente de toda la edición presente de Sónar. Se marcó incluso un tema en valenciano, xiqueta meua, con la cantaora Tania García y el guitarrista flamenco Yerai Cortés. “¡Sois el primer público que ve este espectáculo!”, exclamó Arnal agradecida antes de despedir el concierto mostrando una pancarta con el mensaje “Palestina libre”.

El cierre rítmico del Sónar Día se encargó a la productora estadounidense Honey Dijon, que se olvidó pronto de las carnosidades del house para entregarse al techno más cerril durante las dos horas que duró su show. Le sucedió una mucho más sugerente, rica en estilos y provocadora sesión-actuación del británico Josh Caffé, que derivó los platos a su colega Quinn Whalley –que al día siguiente dio su propia sesión de techno industrial bien ejecutado– y se dedicó a cantar y recitar con altas botas doradas y peluca rubia, en lo que quiso ser un homenaje a dos iconos como Prince y Grace Jones.

Diosa Nathy Peluso

La tercera jornada comenzó con la propuesta de Mushkaa, fresca, juvenil y espontánea, rodeada de los suyos ante el calor de primera hora. La de Vilassar supo defender sus nuevos temas, incluidos en el trabajo Nova bossa, con ritmos calientes y latinos, acompañada de una nutrida banda y con diversas colaboraciones, aunque el sonido fue bastante deficiente. Fue tal vez la excepción catalana del festival y ella lo hizo notar al ensalzar el Sónar como espacio para la cultura local.

El otro contrapunto a una jornada marcada, como el resto, por los beats, fue la actuación de Yerai Cortés, que llevó por fin su espectáculo Guitarra coral al Sónar, tras la cancelación del pasado año. El talento de Cortés se amplifica en este show gracias a una serie de micrófonos que dan una especial sonoridad a su toque. Acompañado de seis palmeras que hacían también los coros, arrebató al numeroso público asistente y ganó algunas de las ovaciones más grandes del festival.

Otra de las novedades destacadas de la última jornada de Sónar Día en Montjuic fue el duo de DJ Overmono, que llenó de ritmos diferentes la tarde a base de jungle, drum'n'bass y UK Garage, para regalar un baile más orgánico y complejo que el que otorgaron en jornadas precedentes el brasileño Mochakk, el jueves, o la estadounidense Honey Dijon, entregados a la tiranía del techno más contundente y unidimensional.

Y finalmente coronó el sábado, ya en el Sónar Noche, la fuerza sobrenatural de Nathy Peluso. Demostró en la defensa de su nuevo trabajo, Grasa, que tiene potencial para llenar no uno sino dos Metropolitanos de una sola tacada. Con una voz atronadora y maravillosa, un despliegue físico descomunal y una propuesta llena de ritmos latinos, con mucha salsa y bachata, se comió ella sola al escenario e hizo que el numeroso público cayera rendido a sus pies.

Incluso cerró con una versión de Vivir así es morir de amor que provocó una gran ovación y dejó claro que esta mujer, su presencia y su voz, pueden con cualquier estilo. Una auténtica diosa. Seguramente la Peluso, junto a la actuación de Maria Arnal, harán que se recuerde este Sónar con un regusto dulce, tapando así la amargor que provoca la presencia de KKR entre sus propietarios.

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