Fue la cárcel donde estuvo Miguel Hernández y hoy es un centro cultural

Una de las zonas del centro cultural y antigua prisión

Alberto Gómez

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La rehabilitación de edificios antiguos conlleva una compleja transformación de lo construido para destinarlo a nuevos usos, pero a veces implica también una metamorfosis de su imagen. Hay innumerables ejemplos, como cuando se transforma un antiguo estadio de fútbol o una plaza de toros en desuso.

Un caso de renombre es el de la antigua prisión provincial de Palencia, un proyecto que buscaba dinamizar una zona de la ciudad y, a la vez, mantener una parte del legado de más de cien años de vida penitenciaria de un centro en el que estuvo preso Miguel Hernández. ¿El resultado? Un centro cultural.

El encargo de dejar atrás la prisión recayó en el estudio Exit Architects, que abarcó la transformación de una cárcel de estilo neomudéjar. Un trabajo que combinó memoria histórica y racionalidad técnica, dejando a la vista un edificio sin su antigua función y con un planteamiento y una oferta cultural social y diversificada para toda la población palentina. El nombre del centro, curiosamente, es Lecrác, que es la palabra cárcel al revés. Toda una declaración de intenciones.

Dos meses muy duros

El poeta Miguel Hernández llegó a la mencionada prisión palentina el día 23 de septiembre de 1940. Allí permaneció durante dos meses, cumpliendo una pequeñísima parte de la condena a treinta años de prisión que un juzgado militar le había impuesto por su participación en el bando republicano durante la guerra civil.

Apenas dos meses después de su llegada a Palencia, en la madrugada del día 24 de noviembre, Miguel Hernández fue enviado en este caso a la prisión de Ocaña. Expertos que han estudiado el caso aseguran que fue una estancia muy dura para el poeta.

Años después, concretamente en julio de 2014, el centro cultural Lecrác entraba en funcionamiento, una vez concluidas las obras de reforma de la antigua prisión provincial. El centro dispone de sala de exposiciones, biblioteca, auditorio, sala infantil, sala de estudio, sala de juventud y sala para diferentes actividades destinadas a la gente mayor.

Los cuatro pabellones en los que permanecían presos como Miguel Hernández soportan una superestructura metálica que facilita la entrada de luz natural a través de grandes lucernarios corridos. Actualmente, además, se ha añadido un amplio vestíbulo que une los pabellones entre sí. Para el exterior del centro se usó zinc para la cubierta y vidrio y aluminio para las fachadas.

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