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Abstracción, política y libertad okupan el IVAM con una exposición: “El fanzine es una ventana a lo que va a venir”

El IVAM acoge ‘¡Eso no es cómic!’, una exposición sobre las posibilidades del fanzine

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Cuenta el acervo popular que ‘La piraña divina’ se distribuyó por primera vez en 1975, en un tenderete improvisado durante la primera edición de Canet Rock. Y que el puesto estaba tan cerca de los baños, que muchos utilizaron aquel fanzine como papel higiénico. Es decir que el primer cómic monográfico del que se tiene constancia documental de Nazario, hoy reconocido como el padre del cómic underground en España, fue tan efímero que terminó en el inodoro.

Mito o no, la historia ejemplifica una cualidad inherente a cualquier fanzine: tiene una esperanza de vida muy corta porque se mantiene al margen de cualquier circuito industrial y editorial. Es una obra artística viva mientras se hace, se imprime y se distribuye, pero su recorrido no es el de un libro, ni el de un cómic ni una revista. Es otra cosa. Va por libre y se resiste a que lo encierre.

De ahí que, a priori, resulte un tanto contradictorio que un fanzine termine en un museo. Es casi un gesto antinatural. Y, sin embargo, ‘¡Eso no es cómic! Fanzines: vanguardia e innovación del cómic en España’ ocupa la segunda planta del IVAM como una exposición. El museo tiene una carga simbólica, pues se expone sólo aquello que ya fue. El museo define y limita. Genera un canon. Por eso sus comisarios, Noelia Ibarra y Álvaro Pons, conscientes de la contradicción, han concebido una muestra que excede los muros sobre los que cuelgan viñetas y los expositores en los que se ve la historia del fanzine español.

Interacción, mutación y creatividad

“Hemos optado por un diseño que no solamente se centra en la reproducción, pues el fanzine no está pensado como un cuadro, como ese arte final que se expone”, cuenta Noelia Ibarra, comisaria de la exposición. “Por eso hemos planteado un diseño expositivo que integra actividades, paneles, charlas y presentaciones. Una exposición en la que van a intervenir los propios autores conforme vayan viniendo, con talleres en los que se crearán fanzines que se añadirán a la muestra”. La profesora de la Universitat de València, recientemente reconocida con el premio a la divulgación crítica del cómic 2025 por Hispacómic, resume: “De alguna manera, cuando el visitante vuelva, la exposición habrá cambiado. Es una exposición work in progress, viva y en continuo proceso de mutación”.

Lo cierto es que en la inauguración de ‘¡Eso no es cómic!’ el pasado 16 de mayo, algo de esa energía se respiraba. Había artistas y fanzineros que señalaban a sus referentes, decían que este o aquel ejemplar de publicaciones como ‘Gran danés’, ‘L’estiu era això’, ‘Love thing’ o ‘La cola de la lagartija’ lo tenían en casa, guardado como oro en paño. Se escuchaban frases como “yo participé en este fanzine cuando estaba en la universidad” y “a este le persiguieron”, como le pasó a Nazario con ‘La piraña divina’.

El espacio expositivo de la sala G6 en la que se puede ver ‘¡Eso no es cómic!’ se distribuye de forma que si recorres la sala de izquierda a derecha, avanzas a través de décadas de la historia del fanzine hecho a lo largo y ancho del Estado. Y en el centro de la sala cuadrada, una escalera lleva al visitante a otra planta superior que es el corazón de esa mutación de la que habla Ibarra: un auténtico lugar de trabajo. Un taller creativo abierto al público.

“No queríamos que aquí la gente viniera a una sala a hablar en voz baja y mirar de forma reverencial. Hemos querido contagiar esa capacidad reivindicativa y contracultural del fanzine”, argumenta el también comisario de la exposición, Álvaro Pons. “Queríamos que en todo momento hubiera actividades que hicieran cambiar aquello que vemos. Que realmente más que una exhibición, fuera un lugar de trabajo, un espacio donde se está creando y donde la gente debate”.

El visitante hace su parte

El fanzine está pensado para compartirse, expresarse y desaparecer. Como un grito en una manifestación. El verso suelto de un mundo, el artístico, tan productivista y copado por corporaciones e intereses cómo el resto de esferas de nuestra sociedad. Pero hay algo esencial en su reproducción, coleccionismo y : la comunicación tan particular que los autores establecen con quienes les leen.

Algo que también está en ‘¡Eso no es cómic!’. En la sala hay repartidos QR que apelan al visitante, que le invitan a explorar webcómics, formatos alternativos a la narrativa impresa y la viñeta, además de ampliar la obra de artistas que le hayan gustado. Pues las paredes suman decenas de obras de hasta 44 artistas de diversas generaciones, con miradas distintas e incluso contrapuestas.

“El fanzine representa un espacio de libertad para muchos creadores que, quizás, no les da ningún otro medio de expresión”, explica Ibarra. “En nuestra muestra hay autores que tienen obra publicada en formatos tradicionales pero siguen recurriendo al fanzine porque les da ese espacio de libertad que no encuentran en otro lugar”. Es el caso de María Medem, que tiene obras publicadas en formato tradicional como Por culpa de una flor en Blackie Books o Cenit en Apa-Apa cómics, pero también expone fanzines en el IVAM y se encarga del excelente cartel de la muestra, que cuenta con un display interactivo en la exposición.

“También queríamos captar algo de esos festivales como Tenderete o el Graf en la segunda planta, donde el visitante puede experimentar, consultar fanzines o hacerlos él mismo. E incluso aprender de él”, recuerda Noelia Ibarra. ‘¡Eso no es cómic!’ será el paraguas conceptual que abrace charlas como la que impartirá el 10 de septiembre Elena Climent, titulada ‘Genealogia feminista del fanzín en el País Valencià’, o la ‘Poesía Gráfica’ de la que hablará el inclasificable artista Roberto Massó el próximo 7 de noviembre.

Contagiados en cierta medida por la voluntad de la nueva directora del IVAM, de dirigir un museo sensible a la sociedad, que no exponga desde la torre de marfil, en ‘¡Eso no es cómic!’ se desarrollarán talleres para toda la familia desde mayo hasta noviembre, con invitados como Martín López Lam o Eme Ceramics (Mireia Carreres). También para adultos como ‘Crea un fanzine. Masajea tu cerebro’, de Mabel Esteban o ‘Taller de meditación y dibujo’ con Carlota Juncosa.

“Cualquier acto de creación es político por definición”, asume Álvaro Pons, “y el fanzine si algo tiene es compromiso con la reivindicación, porque es un espacio de libertad. Eso es también esta exposición”. Y añade: “El fanzine es un objeto cultural tan fascinante porque nos muestra los posibles caminos que se pueden seguir en el lenguaje creativo, gráfico y expresivo. El fanzine es una ventana a lo que va a venir”.

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