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James Cook descubrió la Gran Barrera de Coral tras encallarse en ella sin saber que existía

Una tortuga nada en la Gran Barrera de Coral que está decolorándose

Héctor Farrés

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Un crujido seco, seguido de un temblor bajo los pies, rompió la calma de la noche. Los marineros corrieron a cubierta mientras el casco del HMS Endeavour se aferraba con violencia a una formación coralina que no se veía bajo la superficie.

Nadie sabía entonces que ese accidente fortuito, ocurrido el 11 de junio de 1770, acabaría por revelar uno de los secretos naturales más colosales del planeta. Aquel golpe contra una pared de coral fue el inicio del descubrimiento europeo de la Gran Barrera.

Un accidente fortuito convirtió al Endeavour en el primer mapa del arrecife

Las maniobras para evitar el hundimiento comenzaron en cuestión de minutos. La tripulación arrojó por la borda provisiones, cañones y cualquier carga pesada que pudiera aligerar el buque. Tras casi dos días varado, lograron liberar el barco con la marea alta, gracias también a una técnica de emergencia que consistía en aplicar una lona empapada bajo el casco para frenar la entrada de agua.

El propio James Cook anotó en su diario el hallazgo de “un gran fragmento de roca coralina” incrustado en la base del barco, que actuó como tapón natural y evitó daños mayores. Ese imprevisto obligó a buscar refugio en la desembocadura de un río cercano, al que Cook bautizó como Endeavour.

Allí permanecieron varias semanas, reparando el casco y restableciendo el orden tras el susto. Ese paréntesis resultó providencial para Joseph Banks y Daniel Solander, los naturalistas de a bordo, que aprovecharon el tiempo para documentar una abundante variedad de flora y fauna desconocida. Fue también cuando observaron por primera vez canguros, describiéndolos en sus diarios con asombro.

La reparación coincidió con los primeros contactos con los Guugu Yimithirr, habitantes tradicionales de la región. Según las crónicas, el entendimiento fue pacífico al principio, aunque surgieron tensiones al negarse los europeos a compartir las tortugas capturadas en la costa. El desacuerdo desembocó en un enfrentamiento que terminó con disparos y heridos, dejando claro el choque cultural sobre normas de reciprocidad y uso de los recursos.

La primera descripción científica de la Gran Barrera llegó casi por accidente

Pocos días después, mientras Cook inspeccionaba la zona desde una colina, se dio cuenta del enorme reto que suponía seguir navegando por aquellas aguas. La costa australiana parecía un laberinto de bancos de coral que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. En palabras del propio explorador, observó “una perspectiva desalentadora de las dificultades que íbamos a afrontar, porque en cualquier dirección que mirábamos, todo estaba cubierto de bajíos”.

Ese incidente marcó también la primera observación científica documentada del sistema coralino que hoy se conoce como la Gran Barrera de Coral. Banks escribió entonces que lo que tenían delante era “una pared de roca coralina que se levanta casi perpendicularmente del océano insondable”, una estructura que no aparecía en los mapas europeos y cuya extensión superaba todo lo conocido.

La complejidad de este entorno marino no fue comprendida del todo hasta muchos años después. Cook intuyó que el coral tenía un origen biológico, aunque no alcanzó a explicar del todo su elevación. Más tarde, Charles Darwin formularía la teoría que dio respuesta al enigma: el crecimiento de los arrecifes en torno a islas volcánicas que, al hundirse, dejaban al descubierto los anillos coralinos.

La Gran Barrera no se formó en torno a un volcán, pero su desarrollo fue igualmente espectacular. A lo largo de miles de años, los corales se expandieron por aguas cálidas y poco profundas, creando una red de más de 2.300 kilómetros de arrecifes, islotes y bancos submarinos. Es el mayor ecosistema marino del planeta y uno de los pocos que puede verse desde el espacio.

Aunque Cook no fue el primer europeo en acercarse a esa costa, su viaje sí marcó un punto de inflexión. Fue el primero en cartografiarla con detalle y en dar cuenta científica de la existencia de aquel arrecife. Lo hizo, como tantas veces ocurre en la historia, por accidente, con un barco medio hundido y contra su voluntad.

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