Los movimientos vecinales como fuerza contra el franquismo: “Vimos que teníamos más fuerza al luchar juntos”

Si la película 'El 47' cuenta la historia del “secuestro” de un autobús para demostrar que podía llegar a barrios marginales de Barcelona a través del movimiento vecinal que en 1978 transformó la ciudad y cambió la imagen de sus suburbios para siempre, en el caso de Bilbao, concretamente en el barrio de Rekalde, la película se hubiera llamado 'El 27', porque fue el autobús que vivió la misma historia. “Viendo la película, lo que más me remueve es la palabra dignidad. Un pueblo sin dignidad no es nada. Yo he vivido y me he formado como persona en Rekalde y las reivindicaciones eran las mismas que aparecen en la película: agua, sanidad, servicios sociales, un ambulatorio, una escuela. Esas cosas que hoy en día nos parece impensable que puedan faltar”, reconoce Joseba Franco, uno de los activistas vecinales que luchó por los derechos de los barrios de Bilbao, tras ver la película.
Para Franco, el barrio de Rekalde, compuesto a su vez por Betolaza y Uretamendi, vivió tres hitos históricos. El primero, el nacimiento de la primera Asociación de Familias de España al amparo de la Ley de Asociaciones de 1964. “En ese momento fue un auténtico hito y sirvió para que todo el barrio, que llevaba tiempo de lucha, tuviera un elemento común, un lugar de encuentro. Los problemas de una persona, eran problemas del barrio. Había un eslogan que decía 'Lucha por tu barrio y lucharás por ti'”, recuerda. El segundo, el atropello de la niña María Teresa Sánchez Rivas, que murió en 1970 arrollada por uno de los cientos de camiones que circulaban diariamente por un barrio en el que se ubican 27 empresas de transporte de mercancías. En el funeral, la rabia del barrio se desbordó y la Policía intervino. “La Policía nos molió a palos a todos, pero fue un momento en el que todo el barrio nos dimos cuenta de que teníamos más fuerza si luchábamos juntos”, sostiene Franco que recuerda el momento en el que un vecino se encaramó a una de las barricadas para proclamar a gritos la instauración de “la República independiente de Rekalde”.
El tercero de los hitos que se encuentra en la memoria del activista, fue la creación de la Universidad Popular, que tuvo su origen en uno de los locales de Uretamendi y el posterior “secuestro” del autobús 27. “En el año 1978 ya había una escuela en Rekalde. Conseguimos, sin construir grandes infraestructuras, que por la tarde, cuando se quedaba vacía nos la cedieran. Allí abrimos la Universidad Popular y nos reuníamos para aprender y debatir sobre los problemas del barrio. Llegamos a la conclusión de que el problema principal del barrio era conseguir que el transporte público llegara”, detalla. Así, un grupo de cuatro o cinco vecinos, entre los que se encontraba Franco, decidieron bloquear con una hormigonera una de las dos entradas al barrio y, pararon el autobús 27. “El conductor se bajó, no hubo ningún problema, y conseguí subir autobús a Betolaza. Deshinchamos las ruedas, hicimos pintadas en los laterales y lo dejamos en el barrio, pero no pasó nada. Al cabo de unos días, repetimos la jugada, pero en esa ocasión, como la gente ya se había enterado y cuando llegamos al barrio con el autobús la plaza estaba llena. A diferencia de la película, en la que la Policía les detiene, en nuestro caso la Policía no llegó al barrio y pude conducir el autobús hasta llegar al Ayuntamiento. Allí me detuvieron y me tuve que marchar de Bilbao. ¿Mereció la pena? Efectivamente, porque al cabo de unos meses el 27 llegó regularmente a Betolaza”, confirma orgulloso.

Así lo ha narrado Franco durante el cinefórum ‘Historia y memoria del movimiento vecinal en Euskadi’, organizado por el Instituto de la Memoria Gogora, en el que se ha proyectado el largometraje ‘El 47’ del director Marcel Barrena, protagonizado por Eduard Fernández. “Los movimientos vecinales en el tardofranquismo son sujetos activos de nuestra historia. Fueron el germen de la Euskadi democrática en la que vivimos hoy, en un periodo en constante ebullición, donde la militancia vecinal, obrera, cultural, feminista, la llegada de miles y miles de personas de todos los puntos del campo español, dieron un puñetazo en el frágil tablero político y social del tardofranquismo’”, ha señalado la consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José, tras escuchar al activista.
'Barrios, memorias, luchas'
No es el único evento que se ha llevado a cabo a lo largo de esta semana para recordar y reivindicar el papel de los movimientos vecinales. Esta semana también ha tenido lugar en Bilbao el acto 'Barrios, memorias, luchas', un homenaje a los movimientos vecinales, en el marco de 'Los 50 años de Libertad en España'. “Como consecuencia de los movimientos antifranquistas logramos un Estado de derechos y democrático. Pusimos el punto donde había que ponerlo: en los movimientos sociales, que eran los grandes olvidados. Yo creo que contra lo que fue la dictadura, había tres fuentes importantes: el movimiento estudiantil, el movimiento sindical y el movimiento asociativo. Entre 1955 y 1975 seis millones de españoles se mudaron de provincia. Todo esto había que verlo en el contexto que había entonces, que era una emigración muy fuerte, por razones políticas y razones de hambre”, reconoce Francisca “Paquita” Sauquillo en una película realizada por Mikel Toral y visualizada durante el acto.

En dicha película se narra la historia de Dori, que se marchó de su tierra con sus seis hijos y una sola maleta. O la de Carmen, que recuerda el hambre y el racionamiento de las lentejas en su casa, en las que había más bichos que lentejas. “Las ciudades del Estado de más de 100.000 habitantes pasan de ser 20 en 1960 a ser 40 en 1975. No se podía construir, yo recuerdo la vez que hicimos una casa de ladrillo, que nos ayudó mucha gente del barrio. En el día había que levantar la casa, cubrirla y que esa noche durmiera alguien allí, para que cuando viniesen estuviera ocupada. Era un barrio que no tenía luz, agua, nada de nada. Hubo que hacerlo todo sin agua, luz, colegios, guarderías, centros de salud. Era un barrizal. Eso fue el chabolismo legalizado. Sí sabíamos que teníamos derecho a vivir con dignidad, que teníamos derecho a tener elementos de ciudad y a no ser el cuarto oscuro ni la trastienda de la ciudad”, explica otro de los activistas.
“Las asociaciones de vecinos fueron el primer cauce de democracia participativa local. Los barrios han dignificado la política de igualdad de derechos, de deberes, de responsabilidades, de servicios... Han venido gracias a las reivindicaciones históricas que se han producido en el movimiento vecinal. La democracia la fueron conquistando estos hombres y mujeres, calle por calle. Conseguir un colegio público en un barrio que no lo tenía, la construcción de un ambulatorio donde no llegaban los médicos, lograr que pase el autobús donde no pasaba nada. Esa es la democracia que hicieron realidad estas gentes, encerrándose en los locales, cortando el tráfico, protestando en la calle, luchando”, recuerdan los activistas en la película tras recalcar que “todo lo conseguido, también es lo primero que se pierde cuando desaparece la gente”.
Homenaje a los movimientos vecinales
“Desde el programa de España en Libertad 50 años nos hemos planteado no solamente explicar qué fue la dictadura y que se hagan reflexiones de los grandes alcances en derechos y en libertades durante la democracia, sino también rendir homenaje especialmente a la gente olvidada, a la gente de los movimientos sociales, fundamentalmente de los movimientos obreros, de los movimientos vecinales, de las mujeres o, por ejemplo, también el recuerdo del exilio de los niños de la guerra”, ha explicado el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, que ha afirmado que los movimientos vecinales son los “grandes olvidados en todo lo que ha sido la conquista de la democracia”.

En parecidos términos se ha expresado la comisionada para la Celebración de los 50 años de España en libertad, Carmina Gustrán, quien ha defendido el trabajo de “tanta gente de a pie que desde los barrios estuvo trabajando para conseguir derechos y libertades que hoy damos por supuesto”. “Nos interesa mucho toda esta memoria y todo ese recuerdo, pero también nos interesa mucho ese ejemplo. Creemos que es necesario traer todas esas historias del presente para que nos sirvan de inspiración y de modelo y para seguir defendiendo a día de hoy la democracia que, tristemente, parece que en algunos lugares está en retroceso”, ha agregado.
Por último, desde la Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales (CEAV), su presidente, Julio Molina, ha considerado “de justicia” reconocer a los movimientos vecinales“. ”Después de haber pasado por unas etapas muy difíciles en este país de la España en blanco y negro, del nodo, por fin conseguimos la democracia y la libertad, y es de justicia reconocer a los movimientos vecinales porque, al igual que la clase obrera en los centros de trabajo o en las universidades, la conquista de la democracia y la libertad se fraguó también en los barrios con los vecinos y vecinas“, ha concluido.
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