Tres rutas para descubrir la cuadrilla de Añana, la joya salada de Álava

Dice el lema de su página web de turismo: ven y volverás y nosotros lo hemos encontrado muy acertado. Hemos preparado tres rutas que os van a encantar. El extenso territorio de la Cuadrilla de Añana, 693 km2, ha hecho necesario elaborar tres rutas circulares para poder abarcar todos los lugares de interés con los que cuenta. Hemos dejado fuera de nuestros recorridos, muy a nuestro pesar, los municipios de Iruña de Oca y Armiñón que, aunque pertenecen a la comarca, geográficamente están en el ámbito de la Llanada y era difícil integrarlos en las rutas circulares. Cuentan estos dos municipios con varios puntos de interés como sus puentes medievales, el jardín botánico de Santa Catalina o el yacimiento arqueológico de Iruña-Veleia, que seguro que visitaremos en posteriores rutas.
La considerable extensión de la cuadrilla y su escasa población, repartida en 10 municipios y 118 pequeños núcleos, hace que su densidad de habitantes sea de las más bajas de Euskadi, lo cual nos garantiza otro de sus principales activos: la tranquilidad y el predomino del medio natural.
Además de unos espectaculares y variados paisajes, la cuadrilla de Añana cuenta con un patrimonio cultural, geológico y arqueológico de primer orden, con muchas curiosidades que no te dejarán indiferente: el Valle Salado, castillos, torres-palacio, puentes, cuevas eremíticas, lagunas etc., que se nos irán presentando a lo largo de las tres rutas ciclistas que te proponemos.
Eso sí, preparaos para afrontar recorridos exigentes, con bastante desnivel acumulado y algunos muros de consideración. Esta comarca también se llama Valles Alaveses, pero que no os engañe; es, una vez más, un recorrido rompepiernas. La falsa impresión que muchos tienen de que el territorio histórico de Álava es llano viene dada por el arrastre que ejerce la Llanada Alavesa, su parte más conocida y transitada, donde se encuentra la capital, pero que no constituye más que una cuarta parte del total, el resto es bastante accidentado, como vais a notar en vuestras piernas.
Ruta noroeste

Comienza este recorrido en uno los lugares estrella de la comarca, el Valle Salado, muy conocido y cada vez más visitado. Y es que merece la pena. Se trata de un espacio singular, Patrimonio Agrícola Mundial desde 2017, nada menos. El surgimiento natural de manantiales de salmuera propició que se desarrollara de forma ininterrumpida durante miles de años un asentamiento dedicado a la producción de sal, que se ha ido adaptando hasta hoy a las especificidades de cada época histórica. El resultado es un paisaje único y espectacular de canalizaciones de madera que conducen el agua salada desde los manantiales hasta los pozos y las terrazas escalonadas, construidas con piedra, madera y arcilla, que soportan las eras donde se recoge la sal. La explicación geológica de este lugar singular está en su ubicación en el Diapiro de Añana, una de las principales chimeneas salinas de la Fosa Cantábrica.
El pueblo de Salinas de Añana, la villa más antigua de Álava, que se asoma al Valle Salado, es nuestro punto de partida y de llegada. Cuenta con un interesante conjunto histórico y con servicios de restauración.
Comenzamos la ruta en bajada durante 3 km hasta llegar a Tuesta donde, aunque acabamos de empezar a rodar, conviene detenerse para visitar su magnífica iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, uno de los mejores ejemplares de la transición del estilo románico al gótico en Álava, con su espectacular portada románica de arquivoltas historiadas.

A partir de Tuesta nos dirigimos al norte, ya en subida hacia Barrón, por una tranquila carretera muy agradable que nos muestra enfrente la sierra de Arkamo, en su vertiente sur, tapizada de encinas. En Guinea, no el país africano, sino el pequeño concejo alavés, comienza el primer muro de consideración que tiene esta ruta. Se trata de una cuesta de 500 m al 8,7% de desnivel medio, con algunos tramos al 12%, poca cosa. Una vez coronada, disfrutamos de un largo descenso muy agradable con bellas panorámicas hasta Osma, pasando por los pueblos de Cárcamo y Fresneda. Ojo en Cárcamo con el desvío a derecha hacia Fresneda, que nos pilla en bajada y podemos saltárnoslo, como me sucedió a mí.
En Osma dejamos la carretera que nos llevaría al puerto de Orduña sur y nos dirigimos hacia Astúlez. Una serpenteante y divertida subida al 4% nos va mostrando los restos del castillo de este pueblo, estratégicamente encaramado en una aguja rocosa, casi inaccesible, perfecta atalaya sobre el valle. Desde aquí toca de nuevo bajar hacia Caranca para adentrarnos en el estrecho valle que forma el río Tumecillo, un bello paraje donde se encuentra el Santuario de Angosto.
Muy cerca de aquí se halla el camping de Angosto, sede del Centro BTT Valderejo-Añana, que cuenta con siete rutas de diversa dificultad y ofrece varios servicios, entre otros: taller mecánico, bar-restaurante e información de rutas. Sin duda esta es una visita obligada, en otra ocasión, para quienes os gusta esta modalidad tan atractiva de nuestro deporte.
Continuando el recorrido, en Villanañe nos desviaremos hacia el sur durante apenas un kilómetro para visitar otra de las joyas de esta ruta: la Torre-Palacio de los Varona. Monumento Nacional desde 1949, es la única fortaleza de Álava que conserva su foso y uno de los conjuntos fortificados en mejor estado de conservación. Además, como curiosidad, sigue habitada por descendientes directos de la familia Varona desde el siglo XII, cuando los Varona tomaron importancia en algunos acontecimientos decisivos de la época.
Después de este imprescindible desvío, rodamos ya en dirección a Villanueva de Valdegovía, sede del municipio de Valdegovía / Gaubea, donde encontraremos todo tipo de servicios, por si precisamos repostar.
A partir de aquí comienza una casi constante subida a nuestro siguiente objetivo importante: el Parque Natural de Valderejo. Son 16 km en los que ascenderemos de los 550 metros a los 920, cota más alta del recorrido. Se trata de una subida llevadera. Vas a ir tan entretenido por los distintos panoramas que se nos van ofreciendo en el camino, que no te vas a dar ni cuenta del desnivel que vas acumulando. En este largo tramo entramos en el inmenso pinar de la sierra de Arcena, una auténtica joya de bosque autóctono, con predominio casi absoluto del pinus sylvestris (pino albar, pinu gorria), con algunas zonas de bosque mixto de pino, roble, castaño o haya. La inmensidad y el silencio del bosque nos van a atrapar, pero también las impresionantes vistas que van a ir asomando en el recorrido de la Peña Karria, a derecha, y la sierra de Arcena a la izquierda.
Pasaremos en primer lugar por Nograro, pequeño pueblo en cuyas afueras encontramos la Casa Torre de Calderones y Salazares, en estado de ruina progresiva, pero que presenta aún un imponente porte, que denota su pasado esplendor. Poco después de la torre comienza una corta, pero dura rampa, que llega puntualmente hasta el 14%. Tras una corta bajada llegamos a Quejo, para adentrarnos posteriormente, por un momento, en las tierras burgalesas de San Zadornil. Comienza aquí la parte final de la subida al Parque Natural de Valderejo, que nos ofrece unas impresionantes vistas de la peña Karria, tal vez el monte más bonito y fotogénico de Álava. Sus verticales paredes, desde nuestra ruta, parecen un afilado cuchillo de difícil acceso, pero una vía ferrata ha facilitado bastante su subida.

Desde San Zadornil iniciamos una subida de unos 7 km al 4% de media, con la imponente presencia a nuestra derecha de la peña Karria (Gobea), que nos llevará a Lalastra, donde se encuentra el centro de interpretación del Parque Natural de Valderejo, punto de partida de numerosas excursiones y rutas de senderismo a los elementos destacados del parque, entre los que destaca el desfiladero del río Purón, una visita muy recomendable para todos los públicos. En Lalastra existe un restaurante, por si necesitáis cargar pilas.
Ahora toca deshacer en parte el camino andado para regresar a San Zadornil, ya que Lalastra es cul-de-sac. La mitad de este recorrido lo haremos por una carretera paralela a la de subida, que va más pegada a la ladera. Todo ello se realiza en constante bajada, que nos recuperará un poco las piernas para las subidas finales.
Nuestro próximo objetivo es Pinedo, a donde nos desviaremos un par de kilómetros en subida, para visitar otra de las curiosidades que nos ofrece este variado recorrido: sus cuevas eremíticas. El acceso es bastante cómodo y su estructura me resultó sorprendente. Son cuevas en dos alturas y tienen, como la casa de Celedón, ventana y balcón (las gentes de Vitoria ya me entienden).
Descendemos por donde subimos a las cuevas para retomar la tranquila carretera que se dirige a Basabe en suave ascenso. Desde aquí a Acebedo el ascenso va in crescendo, con porcentajes que ya se acercan al 8%, pero esto no es más que el aperitivo. Enseguida, pasado el cruce del pueblo, vislumbramos un repecho que asusta bastante. ¿Por ahí hay que subir? Pues sí. Menos mal que no parece muy largo. Son solamente 430 m, pero casi 300 de ellos al 18% y el resto al 12%: un muro en toda regla. Más vale que lleves alguna corona de bastantes dientes y, aun así, te vas a retorcer bastante. Este es el punto más duro del recorrido. Salvado este escollo, el perfil ya se muestra amable prácticamente hasta el final.
Bajamos a Valluerca y nos dirigimos a Quintanilla. El panorama se va abriendo y tenemos buenas vistas del embalse de Tobillas y del cordal de la Peña Karria por su vertiente norte. Una vez ganada la carretera principal que viene de Villanueva, nos acercamos a Bóveda, último pueblo del valle antes del confín con Burgos. Destaca su iglesia, con su esbelta torre de planta cuadrada con remate piramidal.

Desde Bóveda ya iniciamos el regreso al punto de partida, siguiendo constantemente el valle y el curso del río Omecillo hasta Espejo. Rodamos en suave bajada por un bello paisaje durante unos 20 km, donde podemos coger una velocidad de crucero y mejorar bastante nuestra media. En el camino pasaremos por Tobillas, en donde se localiza una joya del románico: la iglesia de San Román, primer templo de la religión cristiana en el País Vasco. A escasa distancia de aquí también podemos acercarnos a ver los eremitorios, enclavados en lo alto de una peña, entre densa vegetación.
Para cerrar el capítulo de cuevas eremíticas, a unos dos km, cerca de un aparcamiento y un área recreativa, también encontraremos las cuevas de los Moros, pertenecientes al concejo de Corro.
Algo más adelante, si vas algo bajo de combustible, puedes parar en el restaurante de San Millán de San Zadornil, que tiene una estupenda terraza. Allí suelen parar otros riders, los moteros, pero ellos utilizan otro tipo de carburante.

Después de pasar por Gurendes y Villanueva, en Villanañe debemos desviarnos a la derecha para coger una carreterita muy agradable que nos lleva directamente a Espejo. Justo a la entrada del pueblo encontramos una curiosa piscina fluvial en el río Omecillo, donde podemos darnos un chapuzón tonificante, si venimos sofocados, o tomar una cerveza bajo su agradable chopera.
Desde Espejo sólo nos queda subir muy suavemente durante 5 km hasta Salinas de Añana, nuestro punto de llegada. Esta localidad ofrece bastantes servicios de restauración para recuperar fuerzas y con buenas vistas del Valle Salado. Un paseíto por su casco urbano también merece la pena. Además, también podemos bañarnos en su piscina de agua salada, con sus beneficiosos efectos. Este recorrido ciclista por el noroeste de la Cuadrilla de Añana, aunque exigente, con sus 98 km y unos 1.500 m de desnivel acumulado, no te va a dejar indiferente por sus curiosidades y variedad de paisajes. Si además le añadimos unas carreteras muy tranquilas y poco transitadas, se trata de un destino altamente recomendable. Estamos seguros de que te va a sorprender.


Ruta suroeste

La segunda propuesta para conocer la Cuadrilla de Añana comienza también en Salinas de Añana. Podemos dejar el coche en el aparcamiento que hay enfrente de las piscinas.
Comienza la fiesta esta vez a balón parado. Se nos alterará la respiración y romperemos a sudar nada más salir. Son unos 4,5 km asequibles, aunque con algún pequeño tramo al 9-10%. A la salida del pueblo vemos el desvío a la derecha que lleva al monasterio de San Juan de Acre, de origen templario, de la orden de Malta, que merece una visita en otro momento. Pronto empezaremos a ver, asomando en medio de un tupido bosque, la torre de la iglesia de Viloria, por donde pasaremos. Llegaremos enseguida a Arreo, cota más alta de todo el recorrido, 764 m. Ahí se abre el panorama y dejamos de subir momentáneamente. Ya se vislumbra el lago de Arreo o Caicedo-Yuso. Se trata de un espacio integrado en el biotopo protegido del Diapiro de Añana. Es el lago natural más importante de Euskadi y tiene un alto valor medioambiental. En sus alrededores podemos ver manchas blancas salinas junto a pequeñas surgencias de manantiales, que son el origen del Valle Salado.
Tras una corta bajada, tomamos dirección Villambrosa por una carretera tan poco transitada que en sus numerosas grietas crece hasta la hierba, pero que después de cada curva nos sorprende con alguna rampa de hasta el 12% que nos pondrá bastante tensión en las piernas. Desde ese pueblecito iniciaremos un rápido y divertido descenso hacia Bergüenda, con amplias vistas: el pico Umión (Montes Obarenes, ya en Burgos) o la sierra de Arcena, con el Bachicabo y Mota en primer plano. Pasaremos por delante de la iglesia románica de Alcedo y al llegar al valle del Omecillo nos asomaremos al bonito puente medieval de Bergüenda.

Nos dirigimos al norte y enseguida encontramos el desvío hacia la izquierda para iniciar la subida al pueblo de Bachicabo, a los pies del monte del mismo nombre. La subida es tranquila y con excelentes vistas. Ya en el pueblo, en su iglesia de San Martín podemos encontrar una interesante curiosidad: dos retablos en un mismo templo. El descubrimiento de un retablo fingido en el ábside se produjo de forma fortuita al retirar en 2006 el lienzo que presidía el retablo mayor para su restauración.
Tras esta parada cultural toca bajar hacia el Ebro. Es un descenso de unos 3 km para coger la carretera que se dirige al desfiladero de Sobrón. Haremos una incursión de ida y vuelta, ya que el entorno lo merece. Primero encontraremos a nuestra izquierda el centro de Aventura de Sobrón, donde se pueden realizar múltiples actividades como kayak, paintball, escalada, vía ferrata, etc. Un poco más adelante nos adentramos en el desfiladero y podemos ver junto a la carretera estratos calizos en posición casi vertical. Antes de llegar a la presa del embalse, donde nos daremos la vuelta, encontramos la zona en la que se ubicó el antiguo balneario. Tuvo su pasado esplendor, pero en la actualidad se encuentra en total decadencia, con los restos del llamado Hotel Blanco, que me ha recordado al hotel de la película “El resplandor” por lo siniestro. Lo que sigue funcionando es el museo del Agua, una instalación concebida como un espacio interactivo para el aprendizaje y la diversión. Merece la pena acercarse hasta la presa para ver la panorámica del embalse y el desfiladero, que aguas arriba del Ebro nos lleva al valle de Tobalina, ya en Burgos.
Retornamos por donde hemos venido y nos dirigimos a Puentelarrá, situado a orillas del Ebro, en el confín con Burgos, cuyo puente ha sido siempre un punto de paso estratégico.
Tomamos la carretera que se dirige a Miranda de Ebro durante algunos kilómetros. Se trata de una vía bastante transitada, la única en nuestro recorrido. Sigue el curso del río Ebro que, una vez salvado el desfiladero de Sobrón, aquí presenta ya una anchura considerable y es el límite entre Euskadi y Castilla-León. Está flanqueado por magníficas choperas y alamedas, pero también por polígonos industriales, que incrementan el tráfico y hacen más desagradable el rodar. Tranquilidad, son apenas 10 km y bastante llanos, los haremos rápido.
En este tránsito encontramos el pueblo de Fontecha, que cuenta con dos torres medievales en buen estado de conservación y que delatan la importancia de la vía y del lugar. La torre del Condestable, en buen estado por el exterior, está hueca por dentro. La torre-palacio de los Orgaz, que está junto a la carretera por la que rodamos, ha sido recientemente restaurada y alberga la Escuela Taller Micaela Portilla, de formación para la recuperación del patrimonio histórico.
En Zubillaga abandonamos la carretera de Miranda y nos dirigimos a Ribabellosa. Es un tramo bastante más tranquilo, con grandes campos de cereal y girasol que recuerdan a los paisajes castellanos. Aquí se amplía el panorama, vemos de frente el pueblo de Ribabellosa, detrás asoma un toro publicitario indultado de Osborne, y más al fondo la ermita de San Formerio, encaramada en posición estratégica. Podemos hacer un alto de avituallamiento en este pueblo, que cuenta con todo tipo de servicios y es sede del municipio de Ribera Baja y también de la Cuadrilla de Añana.
Desde aquí nuestra ruta se dirige hacia Melledes, para hacer luego una pequeña incursión en el Condado de Treviño. Cambiamos de valle, del Bayas pasaremos al Zadorra: por lo tanto, toca subida. No es larga, solo son 2,5 km, pero aquí he experimentado de manera práctica la elasticidad del espacio-tiempo: el ascenso se me ha hecho eterno y la distancia me ha parecido bastante mayor que la reseñada. Tampoco el paisaje ayudaba mucho. A ambos lados de la carretera solo veía girasoles casi secos y cabizbajos, ya preparados para su cosecha. Se ve que este año el girasol está de moda, es lo que manda la política agraria común europea.
La bajada de Melledes a Manzanos, en cambio, es vertiginosa. Se pueden coger hasta 70 km/h, los 12-14% de desnivel negativo favorable tienen la culpa.

En Manzanos ya estamos a orillas del Zadorra. Subimos hacia Leciñana de la Oca, con alguna cuesta al 8%, y allí tomamos a derecha (ojo, no pasarse el desvío) una carreterita que nos llevará en bajada a La Puebla de Arganzón (Treviño). Merece la pena dar un paseo por sus calles. Fue una villa amurallada y conserva la estructura medieval. El entorno del puente medieval resulta también muy interesante.
Aquí ya vislumbramos hacia el norte la ladera sur de la sierra de Tuyo, tapizada de encinas. Por esa ladera precisamente sigue nuestra ruta en subida constante, pero en escalones, a veces bastante duros, hasta la cota de Lasierra. Son unos 5 km de ascenso. La bajada es muy agradable. Pasaremos junto al camping el Roble Verde, una opción de alojamiento si te quieres alejar del bullicio. Pasaremos por Anúcita y cogeremos a la derecha hacia Pobes. En la gasolinera de las afueras paro a repostar, en mi caso una Coca-Cola y medio litro de agua, para llenar el bidón. El calor ya empezaba a apretar y lo que me quedaba de recorrido, en subida, aconsejaba hidratarse.
Vamos en dirección norte hacia Subijana-Morillas, pero un poco antes nos desviamos a la izquierda para iniciar el ascenso a Artatza, última subida de consideración que nos queda. Vamos por el flanco sur de la sierra de Arkamo, completamente cubierta de encinas carrascas, muy resistentes a la sequedad. Los pueblos asentados en la solana de la sierra están protegidos del viento norte. La subida, de unos 6 km, es bastante cómoda, pero sin protección arbórea, ya que rodamos justo por el borde donde acaba el tupido bosque. Si vamos fundidos podemos parar en el restaurante de Escota, que tiene una terraza muy agradable, punto de parada de moteros. Cuando coronamos en Artatza a continuación ya encontramos un terreno muy favorable, son 10 km de plácido descenso. Cruzaremos por Barrón y enseguida nos desviaremos a la izquierda para, tras pasar por Atiega, dirigirnos a Tuesta. Sólo quedan los 3 km de suave subida a Salinas de Añana, nuestro punto final de la ruta.
Se trata de un recorrido muy variado y con muchos contrastes, que te va a dar una buena visión de lo que es esta comarca alavesa: un territorio con gran diversidad de paisajes.


Ruta este

Para iniciar esta tercera ruta por la Cuadrilla de Añana esta vez hemos elegido el pueblo de Pobes, sede del municipio de Ribera Alta, como punto de inicio y final.
El objetivo de esta ruta es visitar tres interesantes valles situados en la parte este del territorio de la comarca: Kuartango, Inglares y Ayuda. Unir estos valles en una ruta circular era bastante difícil sin que nos saliera un kilometraje excesivo, ya que uno de ellos está al norte y los otros dos al sur. La única conexión razonable era siguiendo el curso del río Bayas, por donde van las principales vías de comunicación: ferrocarril Miranda de Ebro-Bilbao y autopista Vasco-Aragonesa, aprovechando una carreterita que también discurre junto al Bayas, serpenteando de uno a otro lado. Esta conexión la realizaremos en un recorrido de ida y vuelta.
Partimos de Pobes hacia el norte. Enseguida nos encontramos con Subijana-Morillas, un bonito pueblo situado estratégicamente a la entrada del angosto paso del portillo de Techa, que separa las sierras de Badaia y Arkamo. La iglesia de San Pedro de Morillas, bastante separada del núcleo, aparece encaramada en la ladera de la sierra de Arkamo, a la izquierda, en medio del encinar.
Tras pasar el túnel de Techa, accedemos al valle de Kuartango. Los cantiles a ambos lados del desfiladero son prácticamente verticales, hábitat muy propicio para los buitres.
El valle de Kuartango es geológicamente una estructura anticlinal desventrada, donde la sierra de Arkamo es el flanco sur, el pico Marinda constituye los restos del flanco norte y la sierra de Badaia su cierre periclinal. Todo el valle cuenta con un entorno natural privilegiado, de una gran riqueza paisajística.
En ligero ascenso llegamos a Zuatzu Kuartango, capital del municipio, a orillas del Bayas. El antiguo balneario de Kuartango acoge en la actualidad Kuartango Lab, un espacio dedicado al emprendimiento y a la innovación social. El edificio alberga también una sidrería y una empresa de conservas artesanales. Está ubicado junto a las dependencias municipales y frente al espacio deportivo. Se trata de un espacio sin duda novedoso en el medio rural.
En Zuatzu Kuartango abandonamos la carretera que nos llevaría a Izarra y nos adentramos hasta el fondo del valle en dirección oeste. Es una subida en escalones con algún repecho duro en la parte final.
Pasamos por Jokano y más adelante encontramos el desvío a la derecha que nos llevaría a La Casa Torre Urbina Basabe, que bien merece una visita. El edificio fue un centro bajomedieval de carácter religioso, administrativo y residencial. La Iglesia, dedicada a San Pedro, es de estilo románico, data del siglo XII y está considerada como una de las más antiguas de Álava.
En el recorrido vemos a nuestra izquierda los fantásticos bosques que recubren el flanco norte de la sierra de Arkamo. La parte baja de la ladera está dominada por el pino albar (pinus sylvestris), mientras que la parte superior pertenece a las hayas. En otoño este bosque ofrece un espectáculo bicolor inigualable.

Seguimos subiendo hasta el fondo de este valle sin salida. Pasado el pueblo de Santa Eulalia, la ascensión se hace cada vez más dura con algún tramo de hasta el 9%, pero en Arriano, curioso nombre, comenzaremos ya el camino de retorno. Nos dirigiremos a Luna, desde donde se inicia un camino de acceso al famoso Salto del Nervión, una opción BTT muy recomendable para otra ocasión. Después rodaremos hacia Artxua, ya en bajada. Ante nosotros asoma el pico Marinda, que desde esta perspectiva tiene una forma perfectamente piramidal de gran belleza. Las cuestas que en la ida nos hacían sufrir ahora, en el regreso, nos hacen gozar y de qué manera. Los recorridos de ida y vuelta tienen esa característica que todos conocemos en el ciclismo.
Una vez visitado el valle de Kuartango, debemos tomar dirección sur hacia los otros puntos de interés, por la conexión que antes hemos mencionado del curso del río Bayas. Como vamos río abajo, la ruta es en descenso, pero salpicada de algunas tachuelas. El muro de Igai es el más duro (10-12%), pero muy corto. Este tramo, a pesar de ir junto a la autopista y la vía férrea, es bastante agradable y muy utilizado por las grupetas ciclistas por su tranquilidad. Llegaremos a Ribabellosa, por donde ya pasamos en la ruta suroeste. Es un buen sitio para avituallarnos. Seguiremos hacia Ribaguda cruzando el polígono industrial de Arasur. También pasaremos junto al inmenso parque solar cercano al pueblo, que es el mayor de Euskadi. Desde aquí ya veremos la sierra del Toloño, a cuyos pies se haya el valle del Inglares, hacia donde nos dirigimos. Para acceder a Zambrana pasaremos por una carreterita que va junto al Zadorra, muy cercano a desembocar en el Ebro. En Lacorzanilla veremos a nuestra izquierda, junto al río, la torre de los Hurtado de Mendoza.
Cruzaremos fugazmente por el término de Miranda de Ebro, y llegaremos a Zambrana, sede del municipio del mismo nombre. A partir de aquí nos adentraremos en el interesante valle del Inglares, otra vez en un recorrido de ida y vuelta. Pronto veremos a nuestra derecha la Sierra del Toloño y a nuestra izquierda el pueblo de Portilla y su castillo, estratégicamente encaramados, adonde no nos dirigiremos todavía. Ascendemos a Santa Cruz del Fierro y pronto vislumbramos el castillo de Ocio, situado en un risco bastante inexpugnable. Se trata de una fortaleza medieval perteneciente a la línea fronteriza del antiguo Reino de Navarra con Castilla. Después del pueblo de Ocio, a orillas del río, nos dirigiremos a Berganzo, punto de partida de la exitosa Ruta del Agua, agradable paseo por la orilla del Inglares que nos lleva hasta una atractiva cascada, en un entorno muy agradable. Hacemos el camino de regreso hasta Zambrana y encaramos el repecho más duro de la ruta: la ascensión a Portilla. Son apenas 3,5 km, pero con una rampa final al 12%. Entramos en una villa-fortaleza de gran importancia histórica. Construida en el siglo XI por el rey navarro Sancho III, fue escenario de numerosos enfrentamientos navarro-castellanos. Permaneció abandonada durante siglos y en la actualidad un proyecto de recuperación integral del lugar permite visitar este espectacular sitio.

De Portilla vamos a cambiar de valle y descenderemos vertiginosamente al del río Ayuda, a cuyas orillas se encuentra Berantevilla, capital del municipio. Tiene el título de villa y estuvo amurallada. El casco histórico de la localidad fue declarado Conjunto Monumental con el fin de proteger sus numerosas casas blasonadas y su templo parroquial. El pueblo tiene además un moderno y cuidado parque fluvial en la ribera del río.
Tras conocer Berantevilla ya solo nos queda regresar a Pobes por el camino antes transitado, siguiendo el cauce del Bayas aguas arriba. Ahora es en subida con algún pequeño repecho, pero bastante tranquilo en general. En Pobes podemos tomarnos algún refrigerio en alguno de sus dos bares con terraza. Si hemos llegado muy sofocados también cuenta con unas estupendas piscinas municipales.
Esta tercera ruta ha sido más larga que las anteriores, 106 km, pero menos exigente en cuanto a desnivel acumulado: “solo” 1.050 m.
Con estos tres recorridos llevamos a cabo un buen periplo por la Cuadrilla de Añana, que, como hemos señalado, tiene mucho que ver y estamos seguros de que, si vienes, volverás y la recomendarás a tus amistades ciclistas.


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