Debate

No se “pide”, pero tampoco se impide: ¿Es necesario el riesgo que corren los reporteros?

Un reportero de À Punt en la cobertura de la DANA

Marcos Méndez

Esta semana, la Inspección de Trabajo ha multado con 50.000 euros a À Punt por poner en riesgo a sus trabajadores el día de la DANA, como ha explicado elDiario.es. Fueron los propios profesionales los que, a través de los sindicatos de la cadena pública valenciana, denunciaron que les obligaron a asumir riesgos que pusieron en peligro su integridad física en la jornada del 29 de octubre.

Sólo en estos últimos días, una reportera ha acabado hundida en el agua mientras cubría una inundación. Otra ha sido agredida e insultada por contar la manifestación ilegal de ultraderecha a las puertas de Moncloa. Y otro reportero ha sido agredido teniendo que intervenir la policía y hasta el alcalde del pueblo. Y si nos paramos a pensarlo, no es difícil recordar otros momentos de reporteras congeladas contando el frío que hace en un pico de España, o a reporteros empapados para decir que hay un temporal de lluvia y viento, o achicharrados en una plaza de cemento con 40 grados a la sombra para ver cómo se fríe un huevo en el suelo. Y como espectador, la pregunta se repite: ¿Es necesario? ¿No puede informarse sin “impactar”?

Validemos eso de que “una imagen vale más que mil palabras”. Y valoremos también que el periodismo debe acudir, siempre que pueda, al lugar de los hechos. Así que si hay una inundación, lo normal es cubrirlo y mostrar la crecida; pero lo anormal es meterse hasta la cintura en el agua. Y si hay un temporal, lo normal es avisar y enseñar el peligro; pero lo anormal es someterse a él situándose en el ojo del huracán (casi literalmente). Y así un ejemplo tras otro, redundando en esa necesidad, o no, de vivir y transmitir lo que pasa en lugar de mostrarlo y contarlo sin asumir riesgos. En realidad, un choque entre la información y la espectacularidad.

No se “pide”, pero tampoco se impide

En verTele hemos hablado con varios reporteros de distintas cadenas y programas. De hecho ha sido con muchos, porque todos nos iban dando la misma respuesta: nadie les “pide” ni “obliga” a ponerse en peligro. Esa multa a À Punt demuestra que no siempre es así, pero si algo tienen en común sus testimonios es que 'sus jefes' -tómese como un genérico- lo único que hacen es destinarles a cubrir la noticia que sea, en el punto que sea, y que cuando hay peligro siempre les piden priorizar su integridad y no preocuparse por el trabajo. Algunas cadenas, como por ejemplo RTVE, incluso obligan a sus equipos a llevar cascos de protección, y a aparecer con él en pantalla.

¿Esto quiere decir que entonces es culpa de los reporteros? Por supuesto que no. O al menos no siempre. Para empezar, de sus palabras se desprende una reflexión interesante que apunta a la precariedad laboral del sector periodístico. Si no tienes una seguridad y estabilidad laboral, cuando una cadena, productora o programa cuenta contigo; lo que buscas es destacar y gustar, incluso asumiendo peligros. Nadie te lo está pidiendo (pero tampoco impidiendo), así que el reportero o la reportera prefiere correr el riesgo esperando que así se deje ver más y vuelvan a contar con él o ella, le fichen, o le hagan un contrato fijo.

Otras veces es simplemente por no ser conscientes del peligro, o estar tan metidos en hacer bien el trabajo que no evalúan los riesgos. Ceci Revuelta, reportera en varios programas y coberturas de RTVE, lo confiesa en tono de broma: “Cuando eres reportero y te gusta la calle, a veces no mides ni piensas en las consecuencias”. Otro compañero como Alberto Freile, actual corresponsal de la cadena pública en Berlín y que ha sido enviado especial a zonas de conflicto, apunta también a la “convicción personal y profesional” al realizar una cobertura, que en ocasiones se encuentra con peligros: “La única manera de contar con detalle un desastre natural o una guerra, el sufrimiento de la población civil, es desde dentro. Así que asumimos riesgos”.

Porque las “cosas del directo” también influyen, y hay momentos que no se pueden prever o controlar. Un ejemplo “meteorológico” que recuerdan es el de las compañeras que informaron sobre la borrasca Ciarán sufriendo por mantener la conexión. Puedes estar prevenido simplemente bajo la lluvia, y que justo cuando van a darte paso se levante un vendaval y llueva torrecialmente. Eso es lo que acaba viendo el espectador, que vuelve a preguntarse si es necesario.

¿Y si directamente se prohíbe correr riesgos?

No es cuestión de que las cadenas, programas o productoras “pidan” a un reportero hacer algo que le pone en riesgo, lo que a juzgar por las propias palabras de los reporteros a los que ha preguntado verTele, no suele suceder.

Quizá el debate es si es realmente necesario que para informar de vientos huracanados el reportero o la reportera se traslade a donde están sucediendo y acabe empapado y teniendo que agarrarse a una farola. O que para mostrar una riada el reportero o la reportera se meta hasta la cintura en el agua, en vez de mostrar la imagen e informar de que el agua alcanza equis centímetros de altura. O incluso que para cubrir un conflicto vecinal el reportero o reportera se meta en la boca del lobo y acabe siendo agredido, esquivando pedradas o recibiendo orín por la cabeza, en vez de contar lo que sucede sin estar en riesgo.

Puede que las cadenas, programas o productoras no “pidan” directamente a sus reporteros que se pongan en peligro. Pero tampoco lo impiden. Sabiendo que les mandan a una situación de riesgo, lo que sí podrían hacer es directamente prohibir que corran peligro: “Vas a cubrir la riada, pero no te metas en el agua”, “vas a cubrir el temporal, pero no te pongas donde rompen las olas”, “vas a cubrir este conflicto, pero no te expongas a sufrirlo”.

Quizás si desde la propia televisión se prioriza el informar, y no el impactar con imágenes llamativas, puedan evitarse riesgos para los equipos profesionales e incluso que pase algo en directo y la situación se “dé la vuelta” contra el programa, la productora o la cadena. Y ya de paso, así no se pone en los hombros de los reporteros y reporteras la responsabilidad de hacer que sus conexiones o vídeos sean los más espectaculares. Que ya bastante tienen con enfrentarse a la polarización política que les ha puesto como diana.

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