Motores de gas propano en el sistema energético canario por primera vez, ¿un mal menor para evitar apagones?

Central térmica de Punta Grande, en Arrecife (Lanzarote)

Toni Ferrera

6 de mayo de 2025 23:23 h

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Fue pura casualidad, pero de lo más llamativa. El pasado lunes, el día del apagón en la Península Ibérica, el Gobierno de Canarias publicó en el Boletín Oficial de Canarias (BOC) seis de los ocho proyectos de generación eléctrica que activará el Archipiélago “únicamente en situaciones críticas para garantizar el suministro”.

Son instalaciones pequeñas, de 18 megavatios (MW) como máximo, que responden al déficit de generación detectado por Red Eléctrica y que afecta a las islas de Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura. Costarán alrededor de 150 millones de euros (gasto a cargo del Estado) y están siendo promovidas por las empresas Sampol y Disa, la principal compañía de distribución de productos energéticos en la Comunidad Autónoma.

El Ejecutivo mantendrá los proyectos en consulta pública durante los próximos 30 días. Disa usará gas propano y Sampol, gasoil, es decir, combustibles fósiles, los principales responsables de la crisis climática. Las iniciativas representan un giro de 180 grados en la política energética de Canarias y España, centrada en acelerar la penetración de renovables. Pero son un mal menor, en opinión de la mayoría de los expertos consultados, para evitar apagones como el que sufrieron hace unos días millones de personas.

“Aunque parezca un contrasentido, estos grupos son una solución muy adecuada para ir de la mano con las renovables, pues las que tenemos ahora son tecnologías fluctuantes y se hace necesario que haya un tipo de energía en el sistema que pueda ayudar a mantener la estabilidad de la red”, reflexiona José Luis Porta, consultor de energía de almacenamiento en baterías y exportavoz de la Plataforma Salvar Chira-Soria.

La tesis de las voces expertas es que el mix energético canario está en las últimas. La declaración de “emergencia energética” impulsada por la Consejería de Transición Ecológica y Energía en 2023 lo dejaba bien claro: “gran parte” de las centrales térmicas, que continúan generando el 80% de la energía en el Archipiélago, se encuentran “en situación de vulnerabilidad dada su antigüedad”.

Esto se ha visto “agravado” en los últimos años por el cierre de varios grupos (el Gobierno utiliza el tecnicismo “indisponibilidad indefinida”) que incumplían la normativa europea en materia de emisiones o habían superado su vida útil regulatoria. Es verdad que el desarrollo de las renovables se ha triplicado en la última década, pasando de 333 MW en 2016 a 964 MW en 2025. Pero no lo suficiente: Red Eléctrica considera que existe un déficit de 268 MW en una red, la canaria, con una potencia instalada de 3.374 MW.

Y eso, de acuerdo con el Gobierno autonómico, “compromete seriamente la garantía del suministro eléctrico, no solo en el corto, sino también en el medio y largo plazo, llegando a convertirse ya en un problema estructural y no coyuntural que obliga a adoptar sin mayor dilación las decisiones oportunas”.

Los ocho proyectos de generación eléctrica recientemente anunciados cubrirán casi el 50% de ese déficit. No se especifica cuándo comenzarán a funcionar, pero sí que los plazos previstos de ejecución de obras pueden alargarse hasta el año de duración. También queda claro que serán grupos “preparados para operar de manera automática en caso de fallos en el suministro eléctrico”.

Los expertos ven con buenos ojos su llegada. El catedrático en Ingeniería Mecánica por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Roque Calero, considera que son un “parche”, pero un “remedio” necesario, en cualquier caso, “cuando hay picos de demanda muy altos” en un sistema “que está muchas veces al límite de su producción”.

Por su parte, la catedrática en Química Física por la Universidad de La Laguna, Elena Pastor, reconoce que tanto el gas propano, que nunca se había introducido en el mix energético canario, como el gasoil, son “contaminantes”, pero cree que ese ahora es “un mal menor” porque, insiste, “nuestra red está saturada y no podemos esperar”.  

Que la Consejería de Transición Ecológica y Energía, liderada por Mariano Zapata, del Partido Popular, apostara por centrales térmicas para estas actuaciones no es ninguna sorpresa. El propio Zapata indicó nada más llegar al cargo que no entendía por qué no se había desplegado el gas en las Islas, una fuente de energía, aseguró, “más limpia que otros combustibles fósiles”, obviando el impacto del metano, el principal componente del gas natural que cuenta con un potencial de calentamiento hasta 80 veces superior al dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más mediático.

Tanto las instalaciones de Sampol como de Disa no especifican cuántos gases contaminantes emitirán. Disa explica que, con relación al propano, este se almacenará en depósitos y su combustión “reducirá un 35% las emisiones” con respecto a los grupos que emplean fuel y gasoil. Apunta al mismo tiempo que sus plantas podrían utilizar biopropano, “combustible 100% renovable”, o hidrógeno en un 75%.

Todas las centrales son de generación eléctrica “gestionable”, lo que significa que su operación puede controlarse y responder a las necesidades del sistema. El Ejecutivo canario recalcó en su declaración de “emergencia energética” que es “crítico” contar generadores de este tipo porque son los que proveen de la suficiente inercia para evitar que se produzcan interrupciones en el suministro.

La inercia es el colchón que ayuda a mantener la estabilidad de la red eléctrica cuando ocurre una perturbación. Permite amortiguar las oscilaciones bruscas de frecuencia y proporciona la energía cinética que almacenan las tecnologías conocidas como síncronas: grandes centrales hidroeléctricas, térmicas o nucleares que giran a una velocidad constante sincronizada con la red.

Esto, con las renovables, aún no es posible, señala Pastor, también directora de la Cátedra Fundación Cepsa de Transición Ecológica e Innovación. “La eólica y solar nos pueden dar energía, pero no estabilidad. La frecuencia de la red oscila cada vez que hace sol o no, hace viento o no. Por eso necesitamos almacenamiento, para poder regularlas”.

En Canarias, sin embargo, esa tecnología continúa en pañales. “Tenemos pequeñas baterías, pero no más. Y las baterías no están desarrolladas para grandes cantidades de almacenamiento aún. Pero sí hay tecnologías que van a poder asociarse a las renovables para conseguir un sistema mucho más limpio que no siga usando derivados del petróleo”, tranquiliza Pastor.

Un ejemplo claro es California, en Estados Unidos. Después de los apagones masivos que sufrió en 2020 por los picos de demanda, el gobierno del estado norteamericano aumentó más de 15 veces la capacidad de almacenamiento de la red eléctrica con baterías de iones de litio, pasando de 770MW en 2019 a 13.391 MW a finales de 2024. El año pasado, California volvió a sufrir varios días con temperaturas extremas, pero ningún comercio, industria ni hogar se quedó sin luz.

El Archipiélago ha puesto casi todos sus huevos en la cesta de la central hidroeléctrica de Chira-Soria (y sus posibles réplicas en otras islas), que utilizará el desnivel entre dos embalses para producir electricidad con una potencia de 200 MW. El presidente insular, Antonio Morales, aseguró que, con Salto de Chira, Gran Canaria recuperaría la electricidad en 20 segundos tras un apagón. Aunque también tiene sus detractores.

“Es una opción idónea para sitios donde hay ríos y lluvias, pero no para islas áridas como Gran Canaria. Gorona del Viento [tecnología similar] lleva diez años funcionando en El Hierro y nadie en el mundo la está replicando por ser un sistema ineficaz. Allí, de 100 megavatios que entran, solo recuperamos 37”, afirma José Luis Porta, consultor de energía de almacenamiento en baterías y exportavoz de la Plataforma Salvar Chira-Soria.

Porta reconoce que están empezando a colocarse baterías asociadas a los parques eólicos y solares. Pero recuerda que el sector renovable llevaba años pidiendo a gritos que se desarrollaran las “condiciones de mercado adecuadas” para desplegar almacenamiento de energía distribuido, “y no les han hecho caso hasta ahora”.

La apuesta del Ejecutivo canario por pequeños y flexibles grupos de generación térmica, en cambio, es un “parche” momentáneo, reitera Calero, para prevenir un fallo en el futuro próximo. El catedrático en Ingeniería Mecánica no cree que estos motores de gas propano y gasoil comprometan la penetración de renovables al ser de poca potencia. Pero insiste en que la clave está en sustituir lo que hay en lugar de simplemente añadir megavatios a la red.

Para él, lo más importante es desmantelar las centrales de ciclo combinado, que tienen una potencia de más de 860 MW, y que a su juicio son el mayor “tapón” de la energía limpia en las Islas. “Renovarlas sería un disparate”, remacha.

El portavoz de Ben Magec-Ecologistas en Acción, Eugenio Reyes, cuestiona directamente la “emergencia energética”, recuerda que el apagón en La Gomera, el último de los siete que ha registrado el Archipiélago desde 2009, se produjo por un incendio en la central térmica de El Palmar, y resume la actuación del Gobierno regional en un “fraude perverso”. Reyes ha adelantado que su organización presentará alegaciones a los ocho proyectos de Disa y Sampol.

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